lunes

Sólo si







I

Madre, a veces
despierto en la madrugada y
salgo de casa estoy sola y
llego a la tuya arrastrando mi miedo
guardando mi miedo en tus ojos
para que no duela.

II
En tus ojos.
Allí ello
ella
él.

III
Para que no duela
lo que no se nombra
en tus ojos
voy a incendiar todas
las voces.
Prenderé fuego a lo enfermo
con tu canto si
Cantas
allí
si tú

viernes

Dónde el limite ha








I

No. No. No estoy en
 un país sin huellas.
Apunten
mi nombre Odile mi nombre
mi edad 20 años vivo
 amo
a un hombre llamado, ya saben,
a un hombre.
No estoy en un país 
sin lengua. Voy
pisando cada músculo, entienden, aquí hay
 puentes
 para
refugiarse del olvido
donde bocas
abrigando
otras bocas.


II
Abrigando otras bocas
por para si
 el deterioro.
¿Comprenden?
hay hay hay
 huellas
en este reino mío
por
para 
si.

Esta tierra



The loss of virginity
Paul Gauguin



Dejad que los perros ladren y
vengan a mí,
a este vientre yermo a este
reino de raíces otras,
y me colmen de placer placer
para olvidar
la piel, los ojos, las manos
muertas
el olor el
olor de esta tierra que es mi cuerpo.
Escoged a los más fieros,
perros de cacería perros
que guardan vuestras casas
y llenadlos de viento
para que lleguen a mí
con hambre
y devoren mi sequía y devoren
lo que no nace
este no sentir lo ajeno este
no amar que tanto duele.
Que ladren para que no se escuche
cómo incendio
el campo arrasado por
los últimos rostros
el crujir de las últimas
despedidas
y este negro que aúlla
la noche y
que lento y sucio, vuelve
a ella.

viernes

El aire me castiga el ser


Fotografía: Willy Ronis





Madre,
cavo una tumba en tu jardín
para enterrar este cuerpo que ya no.

Nunca aprenderé de ti
el vértigo
de ya ser otra.

martes

In deinen Thälern watche mein Herz mir auf Zum Leben

Friedrich Hölderlin




París, no importa el año
ni la estación.



Di que querías ser caballo esbelto , nombre
de algún caballo mítico ,
o acaso nombre de Tristán , y oscuro .
Dilo , caballo griego , que querías ser estatua
desde hace diezmil años ,
di sur , y di paloma adelfa blanca ,
que habrías querido ser en tales cosas ,morirte
en su substancia , ser columna .

Di que demasiadas veces
astrolabios , estrellas , los nervios de los
ángeles ,
vinieron a hacer música para Rilke el poeta ,
no para tus rodillas o tu alma de muro .

Mientras la marihuana destila mares verdes ,
habla en las recepciones con sus lágrimas
verdes ,
o le roba a la luz su luz más verde ,
te desconoces , te desconoces .


                                         Blanca Andreu

miércoles

Señor/ Tengo veinte años/ También mis ojos tienen veinte años/ y sin embargo, no dicen nada.

Alejandra Pizarnik


Cumplo 20 años y este poema es para cualquier 14 de abril. 

Robert Capa




Entona el dulce canto,
la invocación a la valiente ceniza.
Si tú los llamas,
ellos regresarán para volarnos
el miedo.
Si tú los llamas,
ellos te dirán la muerte es un Lázaro
dormido.
Entonces, cantas.
Siempre hay verdad en lo salvaje de la duda.
Y ellos regresan
a la memoria de los músculos 
oscuros,
para nombrar bajo una lápida
lo que no existe.

lunes

ἀρχή




Francesca Woodman


La edad nos empuja
a los espacios inertes
de la noche
Y vamos a tientas y sin nombre
para saber si es cierto.
Si es cierto que al caminar
 las uñas van creciendo
hacia dentro
y de pronto eres todo
 origen y raíz,
el primero y el último 
de tu estirpe.

Caminamos para cortar la rosa,
para volver
al tallo, a las espinas,
al frío.

Incendiamos el camino
de lo enfermo.

Arde la piel
cuando el cuerpo
se aleja.



domingo

Marseille






Veo que la muerte es como romper una palabra y pasar
– la muerte es pasar, como rompiendo una palabra,
a través de la puerta,
hacia una nueva palabra. 

Herberto Helder

miércoles

À la faveur de la nuit

Francesca Woodman


Sé de la sed del sueño,
el borde del jardín
se me derrama.

II
Después de este después
bebe el paisaje hasta que
no quede
color.
Quiero verte
reventar.

III

Reventar.
Saciar al sueño.

La navaja en mi nuca






Ya no, ya no,
ya no me sirves, zapato negro,
en el cual he vivido como un pie
durante treinta años, pobre y blanca,
sin atreverme apenas a respirar o hacer achís.

Papaíto: he tenido que matarte.
Te moriste antes de que me diera tiempo…
Pesado como el mármol, bolsa llena de Dios,
lívida estatua con un dedo del pie gris,
del tamaño de una foca de San Francisco.

Y la cabeza en el Atlántico extravagante
en que se vierte el verde legumbre sobre el azul
en aguas del hermoso Nauset.
Solía rezar para recuperarte.
Ach, du.

En la lengua alemana, en la localidad polaca
apisonada por el rodillo
de guerras y más guerras.
Pero el nombre del pueblo es corriente.
Mi amigo polaco

dice que hay una o dos docenas.
De modo que nunca supe distinguir dónde
pusiste pie, raíces:
nunca me pude dirigir a ti.
La lengua se me pegaba a la mandíbula.

Se me pegaba a un cepo de alambre de púas.
Ich, ich, ich, ich,
apenas lograba hablar:
Creía verte en todos los alemanes.
Y el lenguaje obsceno,
una locomotora, una locomotora
que me apartaba con desdén, como a un judío.
Judío que va hacia Dachau, Auschwitz, Belsen.
Empecé a hablar como los judíos.
Creo que podría ser judía yo misma.

Las nieves del Tirol, la clara cerveza de Viena,
no son ni muy puras ni muy auténticas.
Con mi abuela gitana y mi suerte rara
y mis naipes de Tarot, y mis naipes de Tarot,
podría ser algo judía.

Siempre te tuve miedo,
con tu Luftwaffe, tu pomposa jerga
y tu recortado bigote
y tus ojos arios, azul brillante.
Hombre-panzer, hombre-panzer: oh Tú...

No Dios, sino un esvástica
tan negra, que por ella no hay cielo que se abra paso.
Cada mujer adora a un fascista,
con la bota en la cara; el bruto,
el bruto corazón de un bruto como tú.

Estás de pie junto a la pizarra, papaíto,
en el retrato tuyo que tengo,
un hoyo en la barbilla en lugar de en el pie,
pero no por ello menos diablo, no menos
el hombre negro que

me partió de un mordisco el bonito corazón en dos.
Tenía yo diez años cuando te enterraron.
A los veinte traté de morir
para volver, volver, volver a ti.
Supuse que con los huesos bastaría.

Pero me sacaron de la tumba,
y me recompusieron con pegamento.
Y entonces supe lo que había que hacer.
Saqué de ti un modelo,
un hombre de negro con aire de Meinkampf,

e inclinación al potro y al garrote.
Y dije sí quiero, sí quiero.
De modo, papaíto, que por fin he terminado.
El teléfono negro está desconectado de raíz,
las voces no logran que críe lombrices.

Si ya he matado a un hombre, que sean dos:
el vampiro que dijo ser tú
y me estuvo bebiendo la sangre durante un año,
siete años, si quieres saberlo.
Ya puedes descansar, papaíto.

Hay una estaca en tu negro y grasiento corazón,
y a la gente del pueblo nunca le gustaste.
Bailan y patalean encima de ti.
Siempre 
supieron que eras tú.
Papaíto, papaíto, hijoputa, ya he terminado.
Sylvia Plath
Ariel
traducción de Ramón Buenaventura
Hiperión

martes

Tu cabello de oro Margaret/ tu cabello de ceniza Sulamita





Negra leche del alba la bebemos al atardecer
la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche
           bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus
           mastines
silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra
ordena tocad para la danza

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
          bebemos y bebemos
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire no
se yace estrechamente en él
Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonad
empuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azules
cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la
            danza

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer
           bebemos y bebemos
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro
          venido de Alemania
grita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como
          humo en el aire
y tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de
          Alemania
te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azules
te hiere con una bala de plomo con precisión te hiere
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
azuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido
           de Alemania
tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita

Paul Celan


De Amapola y memoria