Yo no vengo esta noche a imperar en tu cuerpo...
(MALLARMÉ)
LA NUIT
Volver de la noche
como quien vuelve
impune
del pasado.
Olvidar el naufragio
de nuestros cuerpos
a la mañana
siguiente,
Descender por las vísceras
de la realidad
sabiendo
que nadie grita
como nosotros,
que nadie se bebe
la noche
como nosotros,
que, en el fondo,
estamos solos
bajo los neones.
Odile
estamos solos
ResponderEliminary no podemos
evitarlo.
y saber
(en lo más hondo)
que nadie podrá
nunca
comprender
lo nuestro
(por mucho que
lo intentara)
(jamás)
"como quien vuelve impune del pasado"
ResponderEliminar(ahí retumba)
saludos!
hola, me llamo Alberto y, si la memoria es benévola conmigo, nos hemos conocido esta mañana en la terraza de una facultad.
ResponderEliminarEncontrar tu blog (por lo visto, aún poco) me es una buena noticia. Gracias por recordarnos la literatura, la vida o ambas cosas.
Un abrazo, compi
porque nacemos y morimos solos, precioso. muás
ResponderEliminar"Palabras confundidas con agujeros negros,
ResponderEliminarcampanarios de luces apagadas,
cementerio de estrellas,
una liquidación somos nosotros.
(...)
Vieja luna,
tú eres la sintaxis de mi melancolía,
la paciencia de nieve
que se quedó del lado de la tierra,
a la distancia justa,
casi prendida de los árboles,
rodando en la ciudad igual que una palabra.
Las luces de neón
convierten sus desnudos en noticia.
Tú preguntas, me miras,
quieres saber de mí,
yes tan extraño."
L. García Montero. Las Estrellas.
Éso: Silencio, es lo que no hay.
ResponderEliminaraprender del fluir de los neones.
ResponderEliminarun abrazo,
G.
No, no hay silencio. A pesar de que vivo en el desierto, sigo oyéndome a mí misma.
ResponderEliminarEsa es la peor de las agonías: oirse en el desierto, pensarse en el vacío.
ResponderEliminarEstamos solos
ResponderEliminary nadie esta solo
como nosotros...
:)
hola Odile. Me encantó conoceros a Clara y a ti y he tenido el atrevimiento de mencionar esa experiencia en mi último post, o como se llamen estas cosas.
ResponderEliminarNo se me ocurre nada brillante que añadir a tu poesía, por favor, perdóname. Pero hoy, camino de la facultad -cerrada- me ha venido a la cabeza mientras echaba un ojo -de nuevo- a Las bodas de Pentecostés, sí, de nuestro amigo Larkin.
Un saludo,
Alberto M.