Porque conocí tu máscara
supe que eras el exterminio.
Tu mano se acercó a la mía en la avenida
donde los pactos se sellan a
oscuras.
Y escalando el agujero, el vacío era tu cuerpo
y tu mentira pesaba más que mi existencia.
No ardió lo pasado, ni lo presente,
ni lo futuro dos veces
pero entendí que ya tu mano
no valía nada.
la ceguera de los amantes,
ResponderEliminarsólo dura el presente.
fugaz.
ResponderEliminarEste poema es maravilloso.
ResponderEliminarGracias, M.
ResponderEliminary escocía contra la palma.
ResponderEliminar(sonrisa)