sábado

La muerte del elefante

"J'ai seul la clef de tes yeux"
Photo: Sacha Dumain

A mi abuelo



Aquí no respira ni Dios,
El silencio es la lengua madre
de los muertos.
En esta habitación todo el mundo llora
menos yo
Yo no lloro,
lo intento pero descubro
que ya no sé llorar.
Los ríos se han secado y sólo
quedan los surcos de lo que fueron.
La mujer camina.
Todos la observan
deslizarse por las tuberías en busca de viento.
Todos lloran y hacen ruidos con sus enormes narices y
me miran como esperando lágrimas.
Intento buscar la mirada de mis primos,
me ignoran, miran al suelo y se sorben los mocos.
Preveo que esta noche no acabará nunca.
Ahora hablan del tiempo, de las heladas, del frío que hace en esta tierra
cuando no amanece,
de cómo se enteraron de la muerte del hombre que yace en la habitación contigua,
mi abuelo.
Sí, mi abuelo, sí,
sin embargo no recuerdo ninguna sonrisa,
ninguna rebanada de pan con chocolate,
ninguna historia de la guerra.
Eso sucede porque mi abuelo jamás me amó
como aman los abuelos a sus nietos.
Yo era para él tan sólo sangre.
Ya veis, soy un átomo enredado en la nuca de mi abuelo muerto.
Que alguien se atreva a decir que no estoy viva.

Odile

6 comentarios:

  1. Describe una sensacion muy familiar... Me gusta, aunque sea triste. (Y yo no encuentro tildes en este teclado francés.)

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  2. Me gusta saber que eso que me contaste ha sido transformado en vórtice, en cosa ignota, en un agujero negro del que has salido.

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  3. En todas partes cuecen habas, o habones siendo en Sanabria. También es duro no llorar a quien no te amó.

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  4. los surcos se rellenan, algún día, de algo que escuece menos que las lágrimas que no los poblaron.



    (tres cosquillas,
    porque sí)

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