lunes

Metal me


Hubo una época en la que estaba de moda el heavy metal y todos vestíamos camisetas con nombres impronunciables y pintábamos nuestros ojos de azul petróleo casi negro. Nuestra estética era agresiva, violenta, implacable pero también llorábamos, claro que llorábamos, al menos yo lo hacía. Porque cuando te disparan, sangras, seas heavy o no. Eran los primeros años de instituto. Yo iba a un colegio de monjas y me declaré anarquista. Por aquel entonces yo aún no sabía quién demonios era Bakunin pero a mí eso de la libertad me encantaba, así que fui al Rastro y me colgué una "A" al cuello, creando una gran expectación entre el profesorado. Ese curso leí cuarenta y seis libros y me dieron pegatinas, si no me hubiese declarado anarquista quizá me hubiesen regalado lápices de colores o galletas de jengibre sabor Ikea. Durante aquel verano me enamoré de un melenudo amante de los Warhamer y de Final Fantasy. Éramos neófitos en el placer y en el metal. Creíamos saber de todo sin saber de nada. Nos considerábamos revolucionarios, simientes de un posible cambio universal. Leíamos a Neruda, escuchábamos Metallica, nos leíamos las arrugas de los labios con la lengua como si fuera braile, recitábamos a oscuras, a la luz de las luciérnagas. Me gustas cuando callas porque estás como ausente. (Y estuviste ausente más de cuatro años, aunque para entonces ya no me gustabas ). A veces pienso que todos los que fuimos heavys, punks o góticos por aquella época ahora somos poetas o músicos o malabaristas. Y nosotros, los malabaristas, los poetas, los músicos seguimos llorando cuando nos devoran, cuando nos muerden y se llevan nuestra piel. Porque cuando te disparan, sangras, da igual lo agresivo o lo poético de tu apariencia. Ante el dolor sólo queda la desnudez.



7 comentarios:

  1. Yo también he sido "heavy" de camiseta negra: he disfrutado de mi melena al viento, de un sólo de Slash, de un grito de Hansi, se me han puesto los pelos de punta escuchando un cuento épico de Manowar...
    Ahora es menos intenso y más variado, creo q es cuestión de edad, o de acostumbrarse...

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  2. Heavy, anarquista, poeta, malabarista... da igual, todas ellas son formas de hacerse en la revolución por lanzar una palabra, un disparo o un mordisco que nos haga reaccionar.

    Sepas que me habéis encantado tú y tu blog.

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  3. Juan, se nos nota en la mirada que en otra vida fuimos "heavys".

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  4. Yo me vestía de negro a los quince años para ser diferente, me delineaba los ojos con Khôl grueso para parecer más dura. Fue la época de mi vida en la que más lloré.

    Ahora ya no visto de negro, y cuando me entran ganas de llorar, escribo poemas.

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  5. Ayer me acorde de tí, me acordé de esta entrada y de que aún tenía ansias de rebelarme contra la opresión, sentí que brotaba esa necesidad instintiva de gritar en medio de una protesta hippie en cueros.
    Ayer me acordé de esta entrada, de todo lo que tenemos que callar y que de un plumazo una noche cualquiera en un garito heavy se pone ante tus labios, esa insaciable sed de desgarrar lo desgarrado, de dar un buen bocado a esa carne oscura y de roer ese cuero desvencijado alcoholizado que abraza el pecado.
    Ayer fue todo eso, todo aquello que ignoraba desde los 15, ayer fue liberada.
    Espero que tu travesía por las aguas del Rhin esté siendo provechosa y que a la vuelta demuestres que un crucero no es sólo un plan de jubilados y gorrones a GO-GÓ.

    Cuidate

    Un beso desde el árbol llorón

    Carlotta

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  6. Mujer curva
    sacrílega
    súcuba
    venérea matacía
    mujer demente
    mujer mentira
    fronteriza
    egoísta belígera
    cobarde, baldonada en perfumes
    borracha del jugo agrio de los miserables
    cría vieja
    cruda ternura
    calígine piel
    yerma colina
    inhóspita, mujer escombrera
    ausente en la penumbra mate con que te cubres de pintura,
    la luz no te alcanza
    es un eco el ruido de la vida
    depósito de escoria,
    para tí es todo sólo
    y tan sólo
    materia orgánica.
    No hay honor en el honor,
    no hay valor en el valor,
    no hay razón en la razón,
    lacaya
    de sacerdotes y burócratas.
    Mientes
    la libertad es una cuestión de fe
    y trabajo diario
    media hora-cincuenta euros.
    Llegará una mañana en que te despiertes
    suave
    por una cálida lengua de sol mediterráneo
    mujer madura
    serena y satisfecha de tu femenino patrimonio
    y diez mil toneladas de carne desnuda
    se precipiten obscenamente sobre tu cama blanca
    como un alud.
    Entonces puta,
    puta o esclava
    debajo de toda esa carne
    hallarás la respuesta.

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