domingo

Los límites de la realidad


METAFICCIÓN


El infinito campo de los posibles se extiende
y si por casualidad lo real se presentara ante nosotros,
quedaría tan fuera de los posibles que, en un brusco desmayo,
iríamos a dar contra ese muro surgido de repente
Marcel Proust



¿Qué es real y qué no lo es? ¿Cuáles son los límites de la realidad, si es que verdaderamente existe?Eran las seis de la tarde y yo me dirigía a la facultad de Filosofía y letras para preguntar el horario del nuevo curso. Después de un verano exiliada a orillas del Mar Negro, en el lugar donde Ovidio escribió Las Pónticas, decidí coger el metro para volver a escuchar el sonido de los trenes al llegar a las estaciones. Plaza España. Línea amarilla y azul oscuro. De nuevo andares frenéticos, pulsos de minutero y nebulosa, sangre púrpura corriendo por los pasillos. Una vez en el vagón, al igual que Vila-Matas al llegar a París, yo también quise hacerme la intelectual y saqué de mi bolso Pornografía de Wiltod Gombrowicz para continuar leyéndolo. Al terminar la cena doña Amelia se levantó y pasó a las dependencias del servicio, pero los demás, ya animados por el vodka nos quedamos a bromear. Karol reía como un buen muchacho llenando las copas de todo el mundo. Observaré que Amelia cuando volvió se sentó de un modo raro, no tuve tiempo para cavilaciones porque enseguida se cayó al suelo. En el suelo había una mancha roja. (...)Levanté la vista del libro. Fuera de Powórna aún no había muerto nadie. En el vagón imperaba el bullicio de las horas puntas. Continué con mi lectura. Waclaw, el hijo de doña Amelia, agonizaba por la muerte de su madre. En ese preciso instante, mientras la agonía se prolongaba, cuatro cabezas más allá de la mía, un niño comenzó a llorar. -!Ameeeeelia, Ameeeelia!, !Ameeeeelia, Ameeeelia!-gritaba. Sentí un escalofrío. De pronto la ficción superó los límites de la realidad o la realidad superó los de la ficción. Entonces me imaginé que ese niño se llamaba Waclaw y que Waclaw volvía a los cinco años para llorar la muerte de su madre, buscando siempre la pureza. Y no sé por qué, me dio por pensar en que alguien en algún lugar estaría leyendo el mismo capítulo al mismo tiempo y que en el momento del llanto del niño Waclaw, también sintió el escalofrío. Porque después de todo, hacemos de nuestra vida literatura y confundimos la literatura con la vida y acabamos suicidándonos con la palabra, como Pizarnik. ¿Qué es real y qué no lo es? ¿Cuáles son los límites de la realidad, si es que verdaderamente existe? Al llegar a Moncloa hice trasbordo a la línea seis, los demás jóvenes llevaban alcohol en sus mochilas. Querían emborracharse porque habían acabado la Selectividad y la vida ahora, era bella. Subí las escalerillas. Torcí a la derecha. Comencé a caminar. Aún seguía en Powórna.

11 comentarios:

  1. La ficción supera a la realidad. La palabra nos suicida, lenta, agónica.

    (PD: Tienes los horarios en la página de la facultad: Alumnos>Clases>Horarios Grado. De todas formas, si tienes alguna duda o lo que sea, me mandas un mail -o me preguntas, si me ves por allí- y estaré encantada de ayudarte. En primero una siempre está un poco perdida;).)

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  2. Gracias Emily, ya vi los horarios en la facultad. Al principio pensaba que tenía clase desde las nueve de la mañana hasta las siete de la tarde, después comprendí que estaban mezclados los de la tarde y los de la mañana. El caos no acabará nunca.

    :-) Nos vemos pronto.

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  3. Es curioso,
    la frase con la que inicias tu texto, me llamó la atención cuando leí a Enrique Vila-Matas en "París no se acaba nunca". En torno a un texto de Unai Elorriaga "Un tranvía en SP" que colgué en mi blog, surgió esa misma pregunta en los comentarios y recuerdo que la abordé desde un punto filosófico y científico, desde la mecánica cuántica (vamos, que te puedes volver loca, jaja).
    Hace días al leer a Gombrowicz pensé en ti, en Sartre y lo asocié a un poeta francés que como ya dije iba a colgar un poema suyo y aún no lo he hecho.
    Gombrowicz y su literatura del cuerpo integrada en la conciencia... Vila-Matas reconoce la influencia de este escritor, su ironía. En una entrevista a Vila-Matas he leído que él decía esto de Gombrowicz:

    "Tenía lo que yo entendía que había que tener, un arrogante rostro de persona inteligente. Aún no sabía que él había escrito:
    "Cuanto más inteligente se es, más estúpido."

    Sin embargo Vila-Matas se equivoca, no fue Gombrowicz el creador de esta frase, sino un coetáneo francés llamado Georges Duhamel que dijo lo mismo:

    "Contra más inteligentes más idiotas".

    Me ha encantado tu texto, además la cita de Proust tiene correlación con el eterno retorno de Nietzsche,con la mecánica cuántica,no sé si te has dado cuenta, aparte de la latente homosexualidad de ambos escritores.

    Te dejo un fragmento de mi texto que habla sobre esto dentro de ese infinito campo de los posibles)

    "Ya Marcel Proust, el evangelista, el hermafrodita con cabeza de búfalo y ojos como botones de peyote, señaló: "es de observar que cuanto más absurda es una costumbre, mayor suele ser la constancia en seguirla".
    El joven Marcel descubre la macabra feria del arte- porque, ¿qué hábito más absurdo, espantoso y siniestro que la gloriosa servidumbre del arte?-. La agonía y el éxtasis deambulan irremediablemente unidos. El triunfo del poema resulta vanal en atención a su ridículo trofeo, camuflado por interminables hipocresías e infernales sobornos. Su enseñanza: la expresión abstracta de lo imperecedero. La experiencia de los éxitos y los errores se confunden; como afirma Duhamel: "contra más inteligentes más idiotas".

    Te dejo el enlace en el que nos planteamos qué es real:

    http://mar-imparandoavolare.blogspot.com/2010/07/unai-elorriaga-un-tranvia-en-sp.html

    Y de paso me das tu visión.

    Besos.

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  4. Nosotros, en gran parte, creamos nuestra realidad, seleccionamos, y eso es lo que hace la vida más emocionante :)

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  5. Un vasto campo de trigo y maíz. Un anochecer violeta en las calles de Tokyo. Un jardín del
    extrarradio verde como los aguacates. Una flecha lanzada hacia el sol. Un homicidio con el suelo
    y el techo blancos. La noche explotando el zumo de las estrellas de Alaska. El 15 de junio
    sentado en el banco marrón de la plaza azul de Siena, Italia. Un chicle de fresa rodando en la boca de una mujer. El polvo ni blanco ni negro de las minas de carbón. Para el exterior las palas cargadoras y las palas de bajo perfil para las subterráneas. Veinticuatro naranjas. Una menestra. Una edición primera de Trilce. Los poemas III, V, XVI y XXVIII. Tus labios de rosas marchitas. Mi glande. Mi azúcar. Mi miel. Mi sangre. Mi agua. Mis tres ojos verdes como tres hondos bosques. Una barra de pan a las 10 de la mañana. La crisálida gris de su perfume. Sus intestinos. Su amarillo opaco en la hépata.
    Tu tardanza negra. Tu lluvia intermitente. Tu asfalto-asfalto-asfalto. Nuestros toldos verdes y antiguos y azules de Cuba. La gastronomía. Las ferias dominicales. Las iglesias evangélicas del valle. Las guayabas. El fértil platanero. La vela. La bombilla. El discurrir cretáceo del tiempo. Tu uno a uno con los otros. Tu melodía terráquea. Un Chevrolet Bel-Air del 57. Un historiador antropólogo marxista por entre su biblioteca. Los neones de De Wallen. Una ventana frente a otra ventana. Mi paginado. Mi capa de sucias chimeneas. Mi guitarra roja. Mi armónica a mitades. Mi piano a Cielo e Infierno. Mi saxofón. Mi corno inglés. Mi arpa.

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  6. Lucía, leí el texto de Unai en tu blog. Me gustó, sobre todo el final. También he leído los comentarios, si te soy sincera no todos, pero los que he leído me parecen interesantes. Yo pienso que la ficción forma parte de la realidad, de ahí que ambos términos tiendan a confundirse.
    Creo que tendré que leerme algo de Hoffman. ¿Qué me recomiendas?
    Un beso.

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  7. Yo recuerdo un momento muy hermoso donde la "realidad" era superada por la literatura. Iba en un bus hacia un pueblo de Pamplona y la novela que leía estaba en su clímax, en el momento más hermoso y más triste (el protagonista acaba de descubrir que su hijo ha muerto y que con él se van sus esperanzas de que la humanidad pueda empezar otra vez con la transmisión de sus conocimientos al pobre chico). En la historia empezaba a llover, y fuera del autobús, de pronto, el paisaje cambió y también empezó a llover con una suerte de aguacero sincopado, sincrónico y latente al del libro. Se me saltaron las lágrimas.

    Igual tiene que ver con aquel azar objetivo (concepto muy bello) que preconizaban los surrealistas.

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  8. Hola Odile,

    Una concepcion muy borgiana, sueño, realidad, ficción.
    Te recomendaría "Sor Monika" o alguno de sus cuentos "Los elixires del diablo". Tras muchas investigaciones, de más de un siglo, se le han atribuido algunas obras. Él fue el antecesor de Poe. Poe fue el más maldito entre los malditos, maestro de Baudelaire. Los textos de Hoffman son góticos y eróticos, aúnan el placer y el dolor. "Sor Monika " va de unas monjas lúbricas que cultivan la voluptuosidad de lo sentidos, con elementos sados incluidos. No sé si te gustaría Hoffman...

    Besos.

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  9. Qué maravilla, M, no sólo llovió fuera si no que también llovió en tus ojos.



    Lucía, leeré Sor Monika y además en el metro. A ver si vuelvo a creer en las casualidades.

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